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      • Publicado 6 sept 2024
      • Última modificación 6 sept 2024
    • 8 min

    El transporte en la era del cambio climático

    Analizamos cómo ha evolucionado el sector del transporte en los últimos años en un intento de reducir al mínimo su impacto en el medioambiente.

    El transporte en la era del cambio climático

    El sector mundial del transporte es un notable emisor de gases de efecto invernadero, lo que lo convierte en un contribuyente importante del cambio climático. Ahora que el planeta se enfrenta a la necesidad acuciante de abordar el problema del clima, resulta crucial examinar las dificultades y las oportunidades que plantea el transporte en la era del cambio climático.

    El reto de reducir las emisiones

    Según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), el sector del transporte es responsable de aproximadamente un cuarto de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de la UE, además de provocar contaminación acústica, contaminación del aire y fragmentación del hábitat. Igualmente, la AEMA sostiene que es el único gran sector económico que ha registrado un aumento de los GEI desde 1990. Según esta organización, entre los años 2000 y 2019 el transporte experimentó los siguientes aumentos de demanda:

    • Un aumento del 20 % en el transporte de pasajeros.
    • Un aumento del 86 % en el transporte aéreo.
    • Un aumento del 18 % en el transporte por carretera.
    • Un aumento del 22 % en el transporte de mercancías.

    Fue por este motivo por lo que hubo que adoptar medidas y la UE se propuso lograr la neutralidad del carbono para 2050. El aumento progresivo de la demanda de transporte tiene un efecto dominó en las emisiones de carbono, así que la única respuesta posible consistía en idear formas innovadoras de reducir el impacto del transporte en el medio ambiente y alentar a más personas a caminar, desplazarse en bicicleta y utilizar el transporte público. ¿Cómo ha reaccionado el sector del transporte en los últimos años? ¿Cabe esperar nuevas innovaciones?

    Limpiando el cielo y el espacio

    Electrificación

    En la era del cambio climático, la electrificación es un método fundamental para lograr un transporte sostenible. Los vehículos eléctricos (VE) tienen el potencial de modificar por completo nuestra forma de desplazarnos y de reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, así como nuestra dependencia de los combustibles fósiles.

    Una de las grandes ventajas de los coches eléctricos es que no desprenden emisiones contaminantes. A diferencia de los motores de combustión interna, los vehículos eléctricos llevan motores propulsados por baterías o pilas de combustible que no emiten gases directamente. Por lo tanto, disminuyen los riesgos para la salud asociados a las emisiones de los coches y mejoran la calidad del aire local, a la vez que reducen la contaminación del aire.

    Cuando los vehículos eléctricos se cargan con energía de fuentes renovables, sus ventajas ambientales se maximizan. Los vehículos eléctricos abren la posibilidad de desvincular el transporte del consumo de combustibles fósiles, ya que la red eléctrica es cada vez más limpia y cada vez integra más energía renovable. La adopción de vehículos propulsados por energías renovables recorta todavía más las emisiones de gases de efecto invernadero y ayuda a crear un ecosistema energético más sostenible.

    Un aspecto que hay que considerar en relación con la electrificación del transporte es la disponibilidad de infraestructura de carga. Para aliviar la «preocupación por la autonomía» y tranquilizar a los propietarios de vehículos eléctricos, tanto gobiernos como empresas privadas y otras partes interesadas deben invertir en el desarrollo de infraestructura de carga. A fin de facilitar los viajes de larga distancia y los trayectos laborales diarios, deben proliferar las estaciones de carga en espacios públicos, centros de trabajo, zonas residenciales y carreteras. La mejora de la infraestructura de carga fomentará la difusión generalizada del vehículo eléctrico y contribuirá al cumplimiento de las ambiciosas metas de descarbonización.

    Transporte en la era del cambio climático

    Transporte público

    El transporte público desempeña un papel determinante en el avance hacia el transporte sostenible, ya que ofrece una movilidad eficiente y asequible a un mayor número de personas frente al vehículo privado. Tiene el potencial de reducir enormemente los GEI y los atascos, que incrementan el consumo de combustible. He aquí algunas formas básicas en que el transporte público puede contribuir a la meta europea de llegar a la neutralidad en carbono:

    • Menores emisiones: autobuses, trenes, tranvías y suburbanos pueden transportar a un mayor número de personas que el coche particular. Según la ONU, la huella de carbono de una persona podría reducirse hasta en 2,2 toneladas al año pasando del coche privado al transporte público.
    • Mayor ahorro de combustible: los vehículos utilizados para el transporte público se fabrican pensando en la máxima capacidad y el menor consumo. Por ejemplo, los autobuses y los trenes tienen una gran capacidad para pasajeros, lo que reduce la energía y las emisiones por persona. Los avances tecnológicos también han dado lugar a la fabricación de autobuses híbridos y eléctricos, que mejoran el ahorro de combustible y reducen los contaminantes.
    • Menos atascos: en las áreas urbanas, las frecuentes congestiones de tráfico generan pérdidas de tiempo, mayor consumo de combustible y un aumento en la emisión de contaminantes. Una forma de reducir estos atascos es incentivando a más personas a utilizar el transporte público, lo que mejorará la movilidad y reducirá los tiempos de desplazamiento tanto para quienes optan por el transporte público como para aquellos que continúan usando su propio coche.
    Transporte público

    Transporte propulsado por personas

    El transporte impulsado por el esfuerzo humano, conocido como transporte activo, incluye caminar, andar en bicicleta y correr.

    Cuando se promueve y prioriza, este tipo de transporte ofrece numerosos beneficios para las personas, las comunidades y el medio ambiente. Por ejemplo, al no depender de combustibles fósiles, no genera emisiones, lo que ayuda a mejorar la calidad del aire.

    Además, el transporte activo tiene un impacto positivo en la salud pública, ya que puede prevenir enfermedades crónicas como la obesidad, las afecciones cardiovasculares y la diabetes, simplemente caminando o andando en bicicleta de manera regular.

    Fomentar el uso del transporte activo para ir al trabajo puede reducir el sedentarismo, mejorar la salud cardiovascular y contribuir a comunidades más saludables. Este tipo de transporte no solo es mejor para el medio ambiente y la salud, sino que también resulta más económico.

    Uso de combustibles alternativos

    Si bien hasta ahora la electrificación de vehículos ha sido un éxito, no es apta para todos los modos de transporte ni todos los contextos. Por ejemplo, los sectores del transporte aéreo y marítimo se enfrentan a las dificultades que plantea la electrificación por la densidad y la clase de energía o por la insuficiencia de infraestructura. El amoniaco se considera un combustible alternativo ideal para aplicaciones marítimas y puede utilizarse en los barcos como sustituto directo de los combustibles fósiles. Se produce con fuentes de energía renovables en un proceso llamado producción de amoniaco verde que garantiza un combustible neutro en carbono.

    Otros tipos de combustibles alternativos en uso incluyen los biocombustibles, las pilas de combustible de hidrógeno y los combustibles sintéticos. Los biocombustibles están hechos de biomasa, como residuos de cultivos agrícolas, algas o materiales de desecho. Pueden sustituir o utilizarse conjuntamente con los combustibles tradicionales, lo que reduce los GEI.

    Aunque algunos combustibles alternativos pueden ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el objetivo último debería ser adoptar combustibles con cero emisiones. Esta meta incluye la producción de hidrógeno renovable y el avance de tecnologías más modernas, como la captura, el almacenamiento y el uso de carbono (CCUS) y la captura directa de aire para asegurar que el proceso de producción de combustibles alternativos no genere una cantidad sustancial de emisiones.

    Conclusión

    Desde principios del siglo XXI, hemos logrado importantes avances intentando limitar el impacto que tiene la humanidad en el planeta a través del transporte. Gracias a numerosas innovaciones, han salido nuevas tecnologías al mercado y en el futuro solo cabe esperar que estas tecnologías mejoren.

    Sin embargo, posiblemente habrá que modificar las infraestructuras para dar cabida a las innovaciones más eficaces, que todavía no conocemos. Lo que sí sabemos es que caminamos en la dirección correcta, puesto que la gente es mucho más consciente que antes de su propia huella de carbono y toma decisiones más sostenibles en su vida diaria.

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