Impacto medioambiental en la distribución industrial

La cadena de suministro es el conjunto de actividades, instalaciones y medios de transporte necesarios para completar el proceso de venta de un producto, desde la obtención de las materias primas hasta la entrega al consumidor final. Conocida en inglés como supply chain, consta de cuatro etapas: el aprovisionamiento, la fabricación, el almacenamiento y la distribución.

En el siguiente artículo, nos centraremos en la última de ellas, la distribución, una fase que implica la coordinación y gestión eficiente de los procesos de transporte, almacenamiento y entrega, y que engloba funciones como la gestión de inventarios o el embalaje de productos. Debido a su complejidad, fabricantes y clientes finales confían en empresas especializadas en esta etapa: los distribuidores, cuyo rol en la eficacia de la cadena de suministro y en su descarbonización es significativo.

El impacto ambiental de una compañía es un aspecto que puede comprometer su competitividad en un contexto en el que las principales economías disponen de planes cero emisiones y están influenciadas por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Además, los consumidores son cada vez más exigentes con la huella ambiental de lo que compran, como constata un informe de la consultora KPMG, que muestra que el 64% de ellos quieren conocer dicha huella.

En este sentido, las distintas actividades incluidas en la cadena de suministro, y concretamente en la etapa de distribución, llevan asociadas unas emisiones de gases de efecto invernadero imputables a las partes implicadas en el proceso: vendedor, distribuidor y comprador. Por ejemplo, los vehículos pesados, imprescindibles en el transporte terrestre de mercancías, representan más del 6% de las emisiones totales de GEI en la Unión Europea, según datos oficiales recogidos por instituciones europeas como el Parlamento Europeo.

Por su parte, el transporte marítimo es responsable de alrededor del 2% de las emisiones mundiales de CO2 relacionadas con la energía, según la Agencia Internacional de la Energía. Más allá de la logística de transporte, el almacenamiento es otra actividad con un consumo energético significativo, generado en algunos casos mediante la quema de combustibles fósiles.

Además, el embalaje de productos contribuye con frecuencia al uso masivo de plásticos, que no solo dejan huella de carbono en su producción, sino también en la dificultad de ser reciclados una vez utilizados. Por último, de una correcta gestión de inventarios depende evitar el desperdicio de mercancías por obsolescencia o caducidad, además de compras innecesarias.

Un distribuidor juega un papel clave para lograr una cadena de suministro más sostenible y eficiente, pudiendo actuar en tres niveles: Alcance 1, es decir, las emisiones de CO2 que provienen de fuentes que están bajo su control o propiedad, como almacenes; Alcance 2, que hace referencia a las emisiones derivadas del consumo energético de la empresa, y Alcance 3, que engloba todas aquellas emisiones ajenas al distribuidor pero relacionadas con su actividad, por ejemplo, el comportamiento de los fabricantes.

En el embalaje de productos, que antes veíamos que puede agravar el problema global con los plásticos, se pueden utilizar materiales reciclables como cajas de cartón, sustituir las cintas adhesivas de plástico por un equivalente en papel y apostar por palés reutilizables. Son medidas que hemos implementado en nuestra compañía y que empiezan a dar resultados: por ejemplo, la introducción de palés reutilizables en nuestras operaciones, en agosto de 2023, está previsto que nos permita ahorrar unas 141 toneladas de cartón corrugado y unas 217 toneladas de madera durante este año. Además, tenemos la ambición para 2030 de que el 100% de los envases que utilizamos sean reusables o reciclables.

Asimismo, también estamos potenciando la comercialización de productos más ecológicos mediante el distintivo Better World. Una iniciativa que, avalada por consultoras medioambientales externas y englobada en nuestro Plan de Acción ESG 2030, pretende incluir más de 100.000 productos alineados con los siguientes requisitos: su proceso de fabricación es más respetuoso con el medioambiente, su uso contribuye a la sostenibilidad y sus características lo hacen compatible con una economía circular. Por lo tanto, el distribuidor igualmente puede promover una cadena de suministro más sostenible influyendo en los hábitos de compra del cliente final y en los hábitos de producción del fabricante.

Por otra parte, en la tarea de almacenamiento, una empresa distribuidora puede reducir el consumo de energía de origen no renovable en sus centros de distribución. Un ejemplo de ello es nuestro almacén en Valdemoro (España), en el que hemos apostado por el autoconsumo solar y por la mejora de la eficiencia energética mediante la introducción de sensores de movimiento e iluminación LED. De igual forma, hemos promovido la movilidad sostenible de nuestros trabajadores al centro de trabajo instalando puntos de carga de vehículos eléctricos.

Por último, en la logística de transporte, una de las actividades con mayor impacto ambiental, un distribuidor puede mejorar la sostenibilidad de la cadena de suministro mediante la consolidación de envíos y escogiendo aquellos métodos de transporte (barco, avión, tren o camión) más sostenibles para cada ruta.

En conclusión, los distribuidores desempeñan un papel crucial en la reducción de la huella de carbono dentro de la etapa de distribución. Su influencia se extiende desde los proveedores hasta los consumidores finales, ayudando a establecer estándares más elevados en materia de sostenibilidad y conservación del medioambiente. Por ello, es indispensable llevar a cabo un proceso de selección de proveedores en el que se considere la existencia de una estrategia de ESG con objetivos claros y medibles, y que esté certificada por plataformas independientes, como EcoVadis.