Antiguamente, el objetivo principal de la mayoría de las empresas era obtener beneficios. En el entorno empresarial moderno, el hecho de ser un buen ciudadano corporativo es igual de importante, y se espera cada vez más que los equipos de compras integren en sus procesos algo más que un buen rendimiento de la inversión y se preocupen por el comercio justo de sus productos y servicios. La adquisición ética no solo tiene en cuenta los beneficios de una compra, sino también el impacto en el mundo más amplio de esa empresa y de su cadena de suministro.
El nivel de conocimiento y aplicación de la compra ética varía mucho en función de los sectores y las empresas, según Emma Scott, directora de representación del CIPS. "Está impulsado por los clientes, por lo que hay ciertos sectores en los que los clientes (y los reguladores) se centran mucho en la ética, y las organizaciones tienden a estar muy pendientes de este ámbito", afirma. "Pero hay otros sectores en los que la regulación no es tan estricta, y en los que se ven ejemplos en los que fallan las empresas".
En los últimos años, han salido a la palestra varias historias sobre las cadenas de suministro. Rana Plaza y las camas Kozee Sleep son solo dos ejemplos de grandes marcas cuyos nombres han saltado a los titulares de los periódicos por no vigilar más de cerca sus prácticas de compra ética y responsable.